La historia del café y su presencia en Chile.

Un largo periplo tuvo que recorrer el café en grano antes de instalarse en nuestro país. El proceso fue lento, pero no ha dejado a nadie indiferente. Si bien hace diez años atrás el consumo del café tradicional (café instantáneo) llegaba a un 98% de la población, actualmente tres de cada cinco personas prefiere el café de grano. Es cierto, la oferta es mucho más grande, y el crecimiento económico del producto Interno Bruto (PIB) han permitido que el alcance de este producto nos tenga a todos pendientes de las innovaciones que día a día entran al mercado nacional.

Existen muchos mitos y leyendas que rodean al descubrimiento de esta infusión, se habla de un hombre junto a su asno recorriendo y recogiendo granos a su paso; también de una sirena que va continente tras continente entregando café por el mundo. Resulta curioso que la leyenda más antigua y conocida sea la acertada: La historia de un pastor de cabras, de nombre Kaldi, quien notó el poder energizante que obtenían sus cabras al comerse unos pequeños frutos rojos y brillantes de ciertos arbustos en su camino. Fue tal su impresión al probar, por sí mismo, aquellos frutos que decidió llevárselos a un guía espiritual musulmán que habitaba en un monasterio cercano a su pueblo. Lamentablemente, el venerado musulmán despreció sus frutos y los lanzó al fuego, desde donde emanó un aroma único que cautivó a todos los presentes. Los granos tostados fueron extraídos raudamente de las brasas y disueltos en agua caliente con sal… Y así es cómo se hizo la primera taza de café en el mundo.

Esta bebida que por costumbre se toma con agua caliente, se remonta a principios del siglo XIII, en la ciudad ‘Caffa’ en Etiopía. Esta fue la razón por la que se le atribuyó el nombre que todos conocemos: café. Según los relatos patentados, la historia del pastor anteriormente señalado, es la que cobra más sentido cuando se entiende el proceso vivido y la intención que se tuvo al momento de plantar varios arbustos del tipo ‘cafeto’. De ahí en adelante diversas culturas han utilizado el consumo de estos granos, pero de manera molida, salvando vidas, protegiendo guerreros e incluso para llevar a cabo ceremonias religiosas.

Este hábito que se ha mantenido por más de setecientos años, ha hecho que se haya transformado en la segunda bebida más consumida en el mundo después del agua.

No es en vano que varios empresarios inviertan simultáneamente en la creación de nuevos tipos de café, pasando a llevar el tradicional y sencillo formato, por un arte que sostenidamente tiene una alta demanda y que, por lo demás, juega atrevidamente con la perfección.

Chile no se ha quedado atrás, pues el cambio cultural producido por la intensa masificación de este producto, ha sido gigante. Desde su llegada a nuestras tierras durante la segunda mitad del siglo XIX, no se ha ido; al contrario, actualmente son muchos los paladares que continuamente prueban granos amargos, fuertes y suaves, dejando de lado los café cortado y espresso, por variedades internacionales que a menor costo, son más asequibles e instantáneos.

Hoy los chilenos somos testigo de las diferencias notables en aroma, sabor y textura que deja en el paladar el café soluble lleno de procesos químicos, versus al café de grano molido y preparado que nos entrega el alma de su historia. Las estadísticas indican que el año pasado fue un año provechoso para el sector cafetero nacional, y que el actual, a pesar de estar a dos meses de terminar, sigue mostrando cifras récord de ingreso dadas las importaciones.

La tendencia del mercado afirma que las máquinas para hacer café de grano ya se pueden tener en casa como también en las oficinas; los sachet de café están a libre disposición en los mercados y los gustos de los consumidores cada vez son más refinados. No bastó con que nos sumáramos a la celebración del día internacional del café, celebrado el 29 de septiembre, sino que se sumaron realizaciones de campeonatos baristas –profesionales especializados en café de alta calidad, que crean nuevas y renovadas bebidas basadas en él– y se abrió la puerta para que el café en grano se quedara para jamás irse.

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