Desventajas de los pods de café, la ilusión de variedad y poca personalización

¿Existe un método ideal para preparar café? Hay diversas formas de servir el café: Con colador de paño o de papel, con agua hervida o sin hervir, al vapor y con distintos tiempos de infusión. Pero desde hace algunos cuantos años, la incursión de los pods o café encapsulado en este mundo, cambió bastante la longeva tradición cafetera, acarreando una serie de desventajas que mellaron la calidad del café y su delicado proceso de preparación.

La ilusión de variedad

En casa y en el trabajo siempre ha predominado la llamada prensa francesa, en la que el polvo y el agua se mezclan, y un émbolo con una tela (un disco que comprime el fluido) logra el filtrado. Entonces hizo su aparición el café encapsulado en 1986, enfocándose en sus inicios en las máquinas de café para empresas y oficinas, para individualizar su consumo mediante sistemas patentados de máquinas de café espresso, adaptadas a las necesidades de rapidez, espacio y simpleza al momento de preparar esta bebida.

Al ir pasando el tiempo, la imagen de esta nueva forma de consumo de café, que en sus inicios sólo se vio como una innovadora manera de tomarlo, cobró fuerzas gracias a una importante estrategia de marketing que les brindó un estatus de calidad y extravagancia, potenciado por sus diseños exclusivos, cápsulas de colores, mezclas variadas de sabores (a veces aromatizadas), y con diferentes intensidades.

Sin embargo, estas cápsulas nos permiten preparar el café sólo de forma predeterminada, limitándonos al contenido del pod mismo, el cual además por lo general suele salir más caro. Esto no nos da la opción de usar nuestro propio café de grano, privándonos de la posibilidad de personalizar nuestra bebida, según nuestros gustos personales.

Pero no sólo se pierde todo el rito de la preparación del café, sino que al tratarse de sistemas patentados, las máquinas sólo funcionan usando las cápsulas diseñadas para ellas. Es decir, siempre de la misma marca, y sólo se pueden adquirir en las tiendas de las mismas, con excepción de las de menor costo y calidad, que se pueden encontrar en los supermercados.

En resumen, resulta imposible preparar café de marca con una máquina tradicional de otra marca, lo que nuevamente limita la libertad de elección del consumidor y supone una desventaja competitiva para otros fabricantes y manufactureros de café que no tienen acceso a estos sistemas de cápsulas.

Por otra parte, cuando se lee sobre el proceso de fabricación del café en pods, se destaca que el sistema desvirtúa por completo el producto para producir un costoso embalaje con un contenido de café molido que no se ve ni se huele, pues todo se reduce al diseño y
color del envase. De hecho, al abrir una cápsula se puede perder fácilmente el entusiasmo que se puede haber sentido por este sistema tan revolucionario de preparar café.

El impacto mediambiental de los pods

Los pods son cápsulas de 45 mm de diámetro que contienen dosis cualificadas con 7 gramos de café, que se empacan en aluminio y diferentes folios de plástico tipo membranas, que encierran el café al vacío y lo protegen contra la oxidación. Por lo general son usados en máquinas con presión y mantienen una estructura apta para la extracción del café durante la infusión con agua.

Es el equivalente en café a una bolsa de té, molido y dosificado previamente, envuelto en papel filtro, empacado para evitar su oxidación y listo para una infusión de agua que dará por resultado un café espresso.

El problema es que este formato causa un impacto medioambiental importante, ya que cada pod genera residuos. Más de 7 mil millones de cápsulas de café, elaboradas con aluminio, se tiran a la basura cada año, las cuales se demorarán al menos un siglo en reciclarse en forma natural. Dicen las estadísticas que si se colocan una al lado de la otra, estos pequeños envases podrían dar la vuelta al mundo 14 veces.

El impacto ecológico es tan grande, que incluso algunas autoridades han tomado cartas en el asunto. Como por ejemplo, la ciudad alemana de Hamburgo, que como parte de su política medioambiental, prohibió la compra de “ciertos productos contaminantes o componentes del producto“, refiriéndose específicamente a los pods.

La prohibición incluye una referencia específica para “equipos de bebidas calientes que necesitan paquetes monodosis“, que representa uno de cada ocho cafés vendidos en Alemania. “Estas monodosis causan un innecesario consumo de recursos y generan residuos que con frecuencia contienen aluminio contaminante“, se lee en el informe del ayuntamiento.

Estas cápsulas no se pueden reciclar con facilidad debido a que normalmente están hechas de una mezcla de plástico y aluminio. Además, la complejidad del empaque, combinado con los restos de desecho orgánico del café que queda dentro, hace que estos envases sean difíciles de procesar en muchas plantas recicladoras.

Para Jens Kerstan, senador de medioambiente de Hamburgo, esta medida es un importante mensaje para todo el mundo: “Con la capacidad de compra de varios millones de euros al año, la ciudad puede ayudar a asegurar que productos dañinos al medioambiente sean comprados con menos frecuencia“.

Y no sólo los políticos alemanes se sienten así. Una encuesta hecha en el Reino Unido por la revista de consumo The Grocer indica que uno de cada diez británicos cree que “las cápsulas de café son muy malas para el medioambiente“.

Incluso John Sylvan, inventor de las monodosis K-cup –y el mayor vendedor de cápsulas en EE.UU.- le dio la espalda a su invento: “Me siento mal de haberla creado“, le dijo en una ocasión a un periodista.

Los pods hoy en día

Actualmente existen cada vez más marcas con otros tipos de cápsulas y mecanismos patentados que se dirigen a un público de menor capacidad adquisitiva o menos afición al lujo, ofreciendo un producto mediocre y automatizado que nos brinda la ilusión de calidad y sabor, siendo que en realidad están limitando nuestra posibilidades de experimentar realmente con esta bebida caliente.

Por muy elegante y exclusivo que suene comprar pods en tiendas, eventualmente los que perderán realmente serán los compradores y nuestro medio ambiente, ya que el consumo de café se transformará en una especie de sistema aséptico y plastificado de bebida rápida, acompañado de la pérdida de libertad de elección y el uso obligatorio de determinadas máquinas, aparte del importante y devastador impacto ambiental que tiene dicho sistema.

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